13 febrero 2008

Lola...y la velocidad de Aquel.


Creo que cualquier persona con un mínimo de sensibilidad que haya pasado por Fcom recordará con frecuencia esas películas -y su particular comentario- que nos ponía D. Eduardo en 1º y de las que disfrutábamos bocata en mano y espalda destrozada en la fría pero acogedora aula 6. A mí esas originales lecturas de todas ellas me vienen frecuentemente a la cabeza.
"Matrix" y la conclusión de que al final es sólo el amor el que salva, "El Club de los Poetas Muertos" y esa alusión correctísima -y no hedonista, como se quiere pintar a menudo- al libre pensamiento de cada uno y al descubrimiento de nuestra identidad, "La Misión" y esos dos modos de ayudar distintos según el caracter de cada uno, y, entre otras tantas, "Corre, Lola, corre", y la alerta de que un segundo puede cambiar el curso de nuestra vida. Sin necesidad de que éste incluya la 'gran' decisión, una muerte, un accidente, etc. De que en un momento dado gires la cabeza a la izquierda, o cojas el 114 de las 8,40 en vez del de las 8,50 pueden depender muchísimas cosas. Así de simple. Y así de novedoso. Ya que son decisiones gratuitas -últimamente acudo demasiado a estra expresión, ¿mecanismo de defensa?- que, en principio, no tendrían por qué acarrear nefastas ni estupendas consecuencias.
Es, sin embargo, esta película alemana, la que me deja claro que sí, y la imagen de hoy me la monto al intentar casar esa teoría con una visión teleológica de la existencia (uy, me ha venido demasiado rápido esta expresión pedante, ¿será una reminiscencia platónica de lo aprendido con la amiga Yuls?. Espero haber acertado con el vocablo). No puedo entonces quitarme de la mente la imagen de Dios con unos paneles gigantes llenos de esquemas con llaves que se organizan según cada uno tomemos una u otra decisión. Millones de llaves-pereza-esquema que contemplan todas y cada una de las posibilidades que se derivan de lo que hagamos o dejemos de hacer cada segundo. Y esto, gracias al de los esquemas recién mencionado, sorprendentemente no me produce una angustia y agobio vital -más aún teniendo en cuenta que he tomado alguna que otra decisión evitando pensar en sus consecuencias-, sino que me hace quedarme simplemente en esa imagen del vasto esquema de la vida de cada uno. Me temo que esta tranquilidad tiene bastante que ver con la imagen que yo tengo de nuestro amigo el Ingeniero, y que sea así por mucho tiempo, ¡por favor!.
Y después de esta monumental rayada nocturna, me retiro a mis aposentos sin ni media curiosidad por saber qué pone en mi esquema tras la opción de "se acuesta otra vez a las 2 de la mañana", "ha optado por no hacer la maleta para un viaje paliza al que se va mañana" y "tiene el estómago destrozado pero ha aderezado su cena con chorizo". Como dirían en Guatemala, "a saber...".

5 comentarios:

Anónimo dijo...

muchas veces me sorprendo intentando explicar a... gentes las teorías de D.Eduardo. En concreto hay una frase suya que ha dado sentido a muchos meses de mi vida. Bastante crack... Por lo demás, no puedo estar más de acuerdo contigo.
ploi

Ana dijo...

Yo creo q "el ingeniero" sabe de antemano la decision que vamos a tomar, o a no tomar...pero para dar mas juego nos pone ante la disyuntavia de tener que elegir, lo cual se llama libertad. Para la mayoria es un privilegio...Para otros como yo una rallada vital, la vida deberia ser un camino de baldosas amarillas sin perdida, sin bifurcaciones ni opciones, seria todo tan sencillo...Odio tener q decidir!!!!

Unknown dijo...

Qué alegría me produce ver que, sin apenas esfuerzo, cada día manejas mejor el lenguaje. Empezaba a pensar que los periodistas ya no sabían escribir y veo que mi propia hermana supera ya al 90% de los columnistas españoles.
A ver cuando se dan cuenta en Vocento de que tienen en casa mejor material que el que ha conseguido de la competencia a base de talonario.

Patrick Asensi dijo...

simplemente me encantan tus rayadas mentales. A seguir bien!! Y viva el Ingeniero de MAtrix!

Patrick Asensi dijo...

me aburroooooooooooooo!!! publicaaaaaaaaaaa!!!