Es una lástima enorme aquello de no tener conexión a Internet en casa, he perdido grandes oportunidades de contar sucesos y reflexiones interesantes vía-blog; pero bueno, la vida te regala momentos como éste, en la oficina, habiendo cerrado la edición milagrosamente a las 18.00 y no a las 20.00, y con unos pocos minutos para contar cómo van por aquí las cosas.
Efectivamente, desde que volví de España las cosas han cambiado mucho, muchísimo y, con ellas, mi estado de ánimo. Aunque aquí no hay una semana similar a la anterior, en líneas generales puede decirse que desde agosto estoy feliz. Despidos en directos, la entrada de un hacker en nuestro servidor que nos tumbó el periódico durante dos semanas -qué grandes merendolas en Aquí Europa con la ausencia del jefe-, un sospechoso esguince, nacimiento del amor ("nunca pensé que el amor podría surgir en un ambiente tan hostil" Eli dixit)... El punto de inflexión lo situaría en aquellos fines de semana en que aprendimos que había algo más que trasnochar en el Corbeau y que existía una estupenda jornada de domingo con desayuno en 'le pain quotidien', mercado de las pulgas -incluso frutas en Midi- y Sablón.
Y, por supuesto, la adquisición de la bicicleta que, Paula estará de acuerdo conmigo, nos ha llenado. PON UNA BICI EN TU VIDA. Ah! y la casa nueva que, aunque no tiene Internet, presenta grandes ventajas, la principal: la cercanía del trabajo y de los compañeros de la ofi. Entrada triunfal de los italianos en nuestra vida -que, al igual que Josep, Eli y Guille, pronto nos abandonarán y volveremos a quedarnos cuelguis hasta diciembre-. Buff... 10 horas al día escribiendo y no estoy siendo capaz de escribir un discurso coherente?? Mal vamos. Será que no me apetece mucho. Así que esto es todo por hoy, prometo más historias en cuanto pueda.