25 febrero 2008

De los oscars, Ziguatanejo y el relativismo.


Ayer por la noche me topé haciendo zapping con Rita Hayworth. Pronto comprendí que sí, que efectivamente allí estaba, una de las grandes, a 24 horas del aniversario de una noche en la que "Forrest Gump" eclipsó todo su encanto. No sé si por casualidad o no, Cuatro programó ayer por la noche "Cadena Perpetua", y me gusta pensar que lo hizo para rendir homenaje a la que, con 7 nominaciones bien merecidas, no ganó finalmente ninguna estatuilla. Yo, desde luego, lo haría.
Volví a verla, volví a difrutar de una preciosa fotografía, de una buena banda sonora, de un muy buen guión, de unos diálogos magistrales, de unas interpretaciones soberbias (Morgan Freeman no defrauda jamás), de un final genial, Volví a sonreir ante la agudeza del plan de Andy y volví a llorar con Red y sus años de libertad. Volví a 4º de carrera al día en que nos la pusieron en clase de...? en el aula 1, a mi sección del programa de radio 35 mm en que, por supuesto, regalamos esta película (hacíamos que regalábamos) y a los títulos de crédito de aquel video de la gala de los Kino en que, concretamente, se eligió nombrar la prisión de Shawshank.
Son este tipo de películas, que llegan tanto y tanto tocan, las que me hacen confirmarme en la opinión del cine como Arte. Porque veo que no sólo me impresiona, me cambia, me hace pensar a mí, sino a un alto porcentaje de la gente que la ha visto. No en vano, aunque pasara desapercibida en los oscars, importantes listados la han situado entre una de las mejores películas de la historia. Esto es posible por esa creación de mundos posibles de la que tanto hemos oido hablar. Mundos que, ajenos al nuestro, son a la vez intensamente cercanos para todos. Porque nos alegramos, apenamos, reimos y lloramos con las mismas cosas, y un buen cineasta -me gusta este término...a caballo entre la dirección y la producción- no es sino un gran antropólogo que corrobora que no, que no da igual esto que aquello, que eso no es distinto en función de quién lo mire y que la excelente acogida de películas como "Cadena Perpetua" entierra todo tipo de visiones relativistas de la existencia.

13 febrero 2008

Lola...y la velocidad de Aquel.


Creo que cualquier persona con un mínimo de sensibilidad que haya pasado por Fcom recordará con frecuencia esas películas -y su particular comentario- que nos ponía D. Eduardo en 1º y de las que disfrutábamos bocata en mano y espalda destrozada en la fría pero acogedora aula 6. A mí esas originales lecturas de todas ellas me vienen frecuentemente a la cabeza.
"Matrix" y la conclusión de que al final es sólo el amor el que salva, "El Club de los Poetas Muertos" y esa alusión correctísima -y no hedonista, como se quiere pintar a menudo- al libre pensamiento de cada uno y al descubrimiento de nuestra identidad, "La Misión" y esos dos modos de ayudar distintos según el caracter de cada uno, y, entre otras tantas, "Corre, Lola, corre", y la alerta de que un segundo puede cambiar el curso de nuestra vida. Sin necesidad de que éste incluya la 'gran' decisión, una muerte, un accidente, etc. De que en un momento dado gires la cabeza a la izquierda, o cojas el 114 de las 8,40 en vez del de las 8,50 pueden depender muchísimas cosas. Así de simple. Y así de novedoso. Ya que son decisiones gratuitas -últimamente acudo demasiado a estra expresión, ¿mecanismo de defensa?- que, en principio, no tendrían por qué acarrear nefastas ni estupendas consecuencias.
Es, sin embargo, esta película alemana, la que me deja claro que sí, y la imagen de hoy me la monto al intentar casar esa teoría con una visión teleológica de la existencia (uy, me ha venido demasiado rápido esta expresión pedante, ¿será una reminiscencia platónica de lo aprendido con la amiga Yuls?. Espero haber acertado con el vocablo). No puedo entonces quitarme de la mente la imagen de Dios con unos paneles gigantes llenos de esquemas con llaves que se organizan según cada uno tomemos una u otra decisión. Millones de llaves-pereza-esquema que contemplan todas y cada una de las posibilidades que se derivan de lo que hagamos o dejemos de hacer cada segundo. Y esto, gracias al de los esquemas recién mencionado, sorprendentemente no me produce una angustia y agobio vital -más aún teniendo en cuenta que he tomado alguna que otra decisión evitando pensar en sus consecuencias-, sino que me hace quedarme simplemente en esa imagen del vasto esquema de la vida de cada uno. Me temo que esta tranquilidad tiene bastante que ver con la imagen que yo tengo de nuestro amigo el Ingeniero, y que sea así por mucho tiempo, ¡por favor!.
Y después de esta monumental rayada nocturna, me retiro a mis aposentos sin ni media curiosidad por saber qué pone en mi esquema tras la opción de "se acuesta otra vez a las 2 de la mañana", "ha optado por no hacer la maleta para un viaje paliza al que se va mañana" y "tiene el estómago destrozado pero ha aderezado su cena con chorizo". Como dirían en Guatemala, "a saber...".

05 febrero 2008

En mi república sigue gobernando el PP (Peter Pan)

No soy lo suficientemente joven como para saberlo todo
James Matthew Barrie