14 junio 2008

Orgulloso de estar...entre el proletariado...

Menos mal que he nacido en una época en la que está más que comprobado que las teorías del amigo Marx son una falacia sin igual... No obstante, estoy a tiempo de unirme a la huelga de los amigos transportistas y hacer un piquete en la M-40, M-50 o 'wherever' (ya domino todos los alrededores de Madrid), teniendo en cuenta que hago de recadista y conductora de una Ford Transit, siete veces más fuerte que yo, como David el Gnomo, o algo así. Creo que nunca hasta ahora había trabajado tantas horas y tantos días seguidos. La media es de doce horas diarias, y no tiene pinta de disminuir...teniendo en cuenta que el lunes empezamos las grabaciones y todo está más que en el aire. Pero es que, por lo que veo hasta ahora, el mundo de las productoras es así, y no es que sea yo la que pringue, sino que es todo el equipo el que desayuna, come y cena en el plató y parece no tener nada más que hacer en la vida que un programa de pruebas divertidas y vaquillas descolocadas.
Pero como una no se puede quejar, ya que en general es una afortunada dotada de salud, amor y... ¿dinero? -llamémosle patrimonio familiar de momento- , es de ley confesar que, entre hacer de conseguidora de cosas, traer y llevar a los figurantes y al ballet, etc, se puede disfrutar un poquito. Estoy en un programa más que interesante, que tiene varios ingredientes (ballet, música, vaquillas, pueblos, tortas, risas) y que, una vez más, me está permitiendo conocer a más y más gente, esta vez sí que del todo variopinta. Ya me he hecho colega de uno de los recortadores que ha venido a ensayar las pruebas de las vaquillas y que me ha anunciado que el 7 de julio torea en la Plaza de Toros de mi querida Pompeya, de la que hace de árbitro que, resulta, es bailarina en el musical de Mecano y de JF, mi padrino en el programa, que me ayuda a todo, y que tiene un pasado interesante en el mundo de los actores. Y de otros tantos, que no me da tiempo a mencionar.
Cuando llego a Madrid cada día, no puedo relacionarme cn nadie teniendo en cuenta lo tarde que es, así que en el bar de la esquina me compro una cerve para llevar a casa y, si no he podido parar en un vips previamente, les pido que me dejen llevarme ABC, que me ha calado tanto que ha desterrado a mi amado Diario de Navarra. Así, de vez en cuando puedo enterarme de qué se cuece en el mundo. Y disfruto todo y más de los articulos de opinión de Camacho o incluso de Juan Manuel de Prada. Me encandilaron especialmente los del día posterior a la bomba en El Correo, el uno (de Prada) , por poético, sentimental y encendedor de mi llama nostálgica de la que, hasta ahora, considero mi emprea por excelencia (Vocento); y el otro, el 'macho Camacho' (en palabras del desagradable matutino de la COPE), por racional, valiente y claro: dando más que un tirón de orejas al PNV (y el cáncer de Urkullu) y a la Ertaintza.
Pero, por muchas vidas que sieguen, por muchos débiles y claudicantes que se avengan a sus manejos, siempre habrá una palabra de los españoles que aún no han dejado de ser humanos que vibre con voz firme. Y esa palabra dirá siempre lo mismo: «No». (...)
Quieren enmudecernos, y por ello gustan de elegir a los portadores de la palabra. Pero, por cada voz que siegan, por cada estrépito de pólvora con el que intentan silenciarnos, la palabra que les responde cobra mayor brío. Resulta paradójico que quienes no anhelan otra cosa sino apagar la voz de los españoles nos propongan de tanto en cuanto «diálogo»; claro que, donde dicen «diálogo», quieren decir en realidad sometimiento de los muditos. No los encontrarán, desde luego, entre quienes arrimamos palabras en Vocento. Ya pueden arrasar todas las rotativas en las que se imprimen nuestros periódicos, que encontraremos otras en préstamo solidario. Y, aunque arrasaran también las rotativas que nos presten, seguiríamos arrimando palabras y propagándolas por multicopista o por imprenta de tórculos o por señales de humo, si fuese necesario. Y, aunque nos dejaran sin medios para divulgar nuestras palabras, cada uno de los que arrimamos palabras en Vocento nos convertiríamos en una rotativa humana, a imitación de aquellos hombres de la novela de Bradbury, que en un mundo donde los libros habían sido condenados a las llamas se reunían de noche, para recitarse los libros que habían aprendido, los libros que circulaban por su sangre, mezclados con sus leucocitos y hematíes. No hay bombas que puedan con las palabras, porque cada hombre es el templo de la palabra, su rotativa insomne. Y cada periodista de Vocento, convertido en una rotativa insomne, os dice la misma palabra que siempre os ha dicho, la misma que siempre os seguirá diciendo, fragante de tinta fresca y ardorosa sangre: «No».

10 junio 2008

Excusatio non petita...


Como de momento he trabajado dos días, y ambos 12 horas, sin acceso a Internet, y apenas atendiendo el movil, pido disculpas de antemano por no informar sobre mi vida, no contestar a los smss y, por supuesto, no poder tener la iniciativa de mandar un e-mail contando cómo va mi ajetreada vida laboral. Entré en un trabajo, lo dejé a las dos semanas por una oportunidad que me surgió y esperaba desde antaño y que, sin embargo, me ha decepcionado bastante porque, como diría una buena amiga, "me han vendido un pato".